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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cuando llueve, no se lee.


Por César Augusto Cano Corrales.

Si bien un libro es capaz de encerrar en sus paginas a lectores y a oyentes, los ambientes en los lugares del mundo no siempre son los propicios para que exista la lejanía de la realidad que busca la conquista de universos imaginarios que trascienden, que tranquilizan o exasperan; las paginas sin embargo, siempre serán sitios recónditos donde el alma es seducida por la riqueza de las palabras que guardan toda la elasticidad de las emociones, de los sentimientos y el reflejo de lo que vivencia el ser humano tras la lectura y se vislumbra en la expresión del rostro y la mirada que hace juego con la boca.

Unas palabras en la noche, para dormir, regocijan.

Un poema en compañía, es una caricia.

Un libro y su lectura, mientras por fuera llueve...

Los contextos en que se lee son tan cambiantes que muchas veces nos vemos impedidos en llevar a buen término nuestros objetivos de fomentar la lectura. A veces los días son soleados y las noches están enmarcadas por la luna y como el clima no es predecible, aparece la lluvia. ¿Quién pudiera leer, debajo la luz del sol sin ninguna sombra para refrescar la mirada? De niño siempre nos advirtieron, -o al menos a mi me lo recalcaron siempre- de lo peligroso que es leer mientras el sol da en la cara o en el encierro de un cuarto sin luz.

Programamos actividades, buscamos los modos y las maneras en estrategias y en horas propicias; pero que tan difícil es planear la tonalidad del cielo, la fragilidad o pesadez del viento; la alegría o la tristeza en los niños; el desconsuelo o esperanza en los jóvenes; la energía en los adultos.

Los cielos nublados y derretidos, cuando la lluvia lleva la melancolía de caer sin furia, es agradable a la cercanía y los libros sirven de compañía o de paraguas; pero cuando los rayos y los truenos denotan tempestad, el miedo en las personas es grande. Nace la intranquilidad y si hay techo y si se está con la certeza de la protección en cuatro paredes, de todos modos siempre vendrá a la mente pensamientos que oscurecen los ánimos, recuerdos o fantasías que atrae el frío, porque sabemos que está lloviendo.

Como promotores de lectura que somos, sentimos el deber que nos trae nuestro oficio de promover el gusto verdadero por la lectura; también somos responsables con nuestro trabajo; pero con el deber o la responsabilidad no estamos obligados a forzar los procesos, ni mucho menos de rellenar los espacios de los cronogramas con aspereza, cumplir con desgano y lo que es peor aun, pensar primero en las estadísticas del mes y la suma de meses para la organización de planes operativos que conllevan al siguiente año.

Para los que hemos desarrollado proyectos sociales o actividades de fomento a la lectura en zonas con vulnerabilidad socioeconómica, como son las comunas o las zonas rurales, sabemos varias cosas:

La primera es la dificultad que implica el querer llevar la lectura a lugares donde nunca se ha leído y donde los intereses de la población son tan dispersos y alejados a los medios artísticos y culturales, convertidos a la vez en tabú o catalogados en acciones deplorables en contraste a los demás intereses que estas comunidades heredan y transmiten en lo cotidiano como lo son: pertenecer a un grupo social regido por los parámetros de la moda; trabajar sin aspirar a estudios profesionales, ser esposas o madres sin ninguna otra pretensión y entre otras actividades incluyendo la delincuencia o la total vagancia.

La segunda es el olvido social y la indiferencia de la gente, de las instituciones gubernamentales y por ende, de los gobiernos en las ciudades y del país que invierten en excelentes proyectos, valiosos e importantes en ciudades en vía de desarrollo; pero lastimosamente la mayor parte de los dineros de una republica son distribuidos solo a estas ciudades que son referentes del país y muy poco del presupuesto va destinado a regiones donde las carreteras todavía son destapadas, donde todavía son escasos los servicios públicos; etc. Para no ser extremista, admito que estos presupuestos también se destinan a otros lugares menos concurridos por el turismo; sin embargo, la inversión no deja de ser minima en comparación y la pesadilla de cada año es la sospecha del recorte de fondos y muchos procesos de cultura, educación, salud y desarrollo se ven interrumpidos en su mejor momento, cuando se estaba logrando avances productivos en los pocos proyectos sociales de estas zonas que están al punto del olvido. Cuando hay recorte de presupuesto en la financiación de proyectos sociales se ocasiona en las personas un desinterés total hacia los temas relacionados con la lectura, el arte y demás expresiones humanas. La educación deja de ser una alternativa y los jóvenes buscan las armas, al menos, para subsistir por un tiempo u ocupar un papel en la sociedad.

La tercera es que el estado de las viviendas a veces no llega siquiera a contar con techo de latón, sino que estos pueden ser retazos de cartón y no exagero. Los tugurios establecidos en laderas, en los filos de las montañas no cuentan con los servicios públicos elementales como son la electricidad, agua potable, alcantarillado y en general están muy cerca de cañadas, quebradas y estas, a la vez, están contaminadas con cuanto objeto sólido en potencia de taponar el flujo de las aguas. La pobreza se conjuga con los ideales perdidos que estas familias pierden al ser desplazadas de sus viviendas naturales, causa de la violencia en países latinoamericanos como Colombia. Los niños difícilmente van a la escuela y si van, son victimas del acoso social o recriminados por otros niños qué, paradójicamente, viven en el mismo barrio, pero que no llegan a la escuela con los pies amarillos por el lodo.

Realmente las condiciones familiares, sociales, económicas son un impedimento cuando estas son deplorables. Entonces se inician procesos en las instituciones educativas, en los hogares comunitarios, jardines, preescolares y en la biblioteca, (menciono esta desde el singular, pues difícilmente estos barrios se dan el lujo de tener dos o, al menos, una biblioteca). La lectura se moviliza y también se encuentra en los anaqueles, en las esquinas, las canchas de futbol, debajo de un árbol; etc. Existimos los promotores de lectura para orientar las lecturas y nunca para convertir las páginas en guillotinas u obligación en honor a las estadísticas. Leemos y nacen lectores. Invadimos salones de clase y las sonrisas, los gritos, los saltos, las preguntas muestran el hallazgo de la esperanza que la lectura nos brinda; florecen las flores, brilla el sol; pero este sol es variable y los bellos días solo llegan por temporada.

Cuando llueve y los niños están lejos de sus familias, el temor crece; los llantos se convierten en un lamento que reclama el estado de sus seres queridos, pues la lluvia en estos lugares se convierte en el indicio verídico de una catástrofe amenazada por continuos deslizamientos de tierra en las laderas y por eso la sospecha de la destrucción de los tugurios, muchas veces termina con la vida de muchas personas, incluso de familias enteras.

Por todo lo anterior, lo que resta por decir es que: según sean las circunstancias a las que nos veamos enfrentados; pero sobre todo a las que se enfrentan las personas en su día a día, nunca forcemos el gusto por la lectura, no convirtamos los encantadores cuentos en huellas que recuerden las estancias del llanto, pues aunque muchos crean e intenten enmascarar la crudeza de un invierno o tempestad, en verdad que nadie puede combatir con las frías realidades y la lectura programada para ese rato, es mejor dejarla para después; porque llorar también es necesario y desahoga el malestar que se siente cuando en la mente y en la imaginación no se ve otra cosa distinta al desconsuelo que ocasiona creer que la lluvia se llevará por los caños, el bienestar que continuamente se intente mantener.||

Por César Augusto Cano Corrales.
Publicado tambien en:
Periódico comunitario de la comuna 8 de Medellin. "VISION 8" Año 4. Edicion Especial 2009.









4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Cesarín pingüín!!!

Esta muy bonita, ya también la publicamos en el periódico ... te aviso cuando lleguen las ediciones.

Muuuua!!!

César Augusto Cano Corrales dijo...

Que bacano Yuri. Pronto termino de escribir mi segundo articulo y tambien te lo mando al periodico. Muchas Gracias, Saludame a Leo Leoncio.

Laura Giraldo dijo...

Un poema en compañía, es una caricia. Un libro sirve de paraguas...qué bonitas frases para ilustrar todo lo que dices sobre la lectura y la promoción de ésta...Se nota que te gusta y que sientes lo que haces.
Un buen artículo César.
Saludos!!!

Tatiana Brito dijo...

Felicitaciones!
No sobra escribir el impacto y las historias con las que entran en ese mundo y cómo traspasan las fronteras de la realidad.

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